jueves, 14 de julio de 2011

Racismo en Argentina-Desiderio y Kolossa


Racismo en Argentina


Este texto está motivado por la gran contradicción que se genera en Argentina, un país considerado “de inmigración” que recibe a los inmigrantes con los brazos abiertos, pero, claramente, eso es solo un discurso, dado que históricamente la migración de distintos grupos hacia Argentina impulsó el mestizaje de los pueblos indígenas originarios que ya había pasado por un proceso de genocidio tratando de borrar definitivamente al indio, y logrando la desaparición del afro argentino. Y en donde se cumple la frase de Yrigoyen que decía: “Los hombres son los fines para los otros hombres y no el medio”.

Como mencionaba el texto de Pensamiento Descolonial dentro de la Americanidad una de sus características es el racismo. Implícito con la etnicidad nace en el siglo XIX y Argentina no es ajena a este fenómeno, ha formado parte de la construcción histórica del país a lo largo de los años.

Los Principios del Racismo en la Argentina

Ya en los años posteriores a la independencia de España, entre los principales inspiradores del racismo se encuentran los siguientes próceres argentinos:

Domingo Faustino Sarmiento marcando una dicotomía entre Europa y Latinoamérica en su ensayo “Civilización y Barbarie” perseguidor de indígenas y gauchos.

Julio A. Roca el cual perpetró un verdadero genocidio de pueblos originarios en su “Campaña del desierto” y restableció la esclavitud que había sido eliminada en 1813.

Juan Bautista Alberdi padre de la Constitución Argentina de 1853 donde en su artículo 25 “fomenta la inmigración europea”, promocionando el racismo blanco-europeo. En su libro “Bases y puntos de partida de la República Argentina” planteaba sus ideas acerca del tipo de población que le convenía al país.

Y si queremos hablar de racismo en la literatura popular argentina tenemos este ejemplo:

A los blancos hizo Dios,
a los mulatos San Pedro,
a los negros hizo el diablo
para tizón del infierno.

Martín Fierro, 1870.
José Hernández.

Inmigración Europea y Racismo

La constitución de 1853 en su artículo 25 marcó el primer paso para prohibir cualquier tipo de limitación a los inmigrantes que llegaran con el propósito de trabajar el suelo y desarrollar las industrias, las ciencias y el arte. En 1876 la ley de inmigración y colonización, comúnmente llamada Ley Avellaneda, define el concepto de inmigrante, sus deberes, sus derechos y propone un modelo de migrante europeo dedicado al trabajo agrícola, portador de progreso y civilización. El Estado promete acceso a las tierras pero termina otorgándoselas a sectores políticamente afines y finalmente le niega la posibilidad de adquirir tierras propias, dando como resultado una gran dificultad para acceder a la propiedad y transformando al inmigrante en mano de obra barata en la mayoría de los casos.

A medida que crecía el número de inmigrantes e hijos de inmigrantes, la clase dirigente criolla comenzó a considerarse como una aristocracia y acrecentó los privilegios que la prosperidad le otorgaba. Despreció al inmigrante que venía de los países pobres de Europa cuando, al mismo tiempo, se sometía a la influencia de los países de Europa más ricos.

El aporte inmigratorio tuvo consecuencias directas e indirectas, en la formación de Argentina:
Aumento de la raza blanca argentina, cambios de lenguaje y costumbres de los argentinos, crecimiento a gran escala de la población, propagación de nuevas ideologías políticas, generación de políticas anti-migratorias con leyes represivas, sobrepoblación en zonas urbanas y creación conventillos en donde se amontonaban los que no tenían donde vivir.

Antisemitismo en Argentina

Los primeros síntomas antisemitas aparecen con la llegada del barco Wester el 14 de agosto de 1889, cuando el director de Inmigraciones intentó no dejar desembarcar a los judíos, a pesar de que habían desembarcado ya los restantes pasajeros del barco.

En enero de 1919, hubo en Buenos Aires linchamientos multitudinarios fomentados por la policía pretextando una respuesta a una huelga general, culpando a los ciudadanos judíos y consecuentemente les destruyeron importantes bienes. A raíz de la huelga grupos paramilitares, como la Liga Patriótica, actuaron como pandillas de asalto, siendo sus víctimas, en su mayoría judíos de Rusia, los que fueron falsamente acusados de planear una conspiración comunista.

La Circular Número 11 del año 1938 firmada por el canciller José María Cantilo el 12 de julio de 1938 y enviada a todas las delegaciones de este país en el mundo, la Circular 11 estaba destinada específicamente a detener la entrada al país de judíos europeos que huían del régimen nazi. La instrucción negaba tácitamente la visa a ciudadanos de origen judío, en tiempos en que la Alemania nazi ponía en marcha el Holocausto.

Durante las décadas del 50 y 60, el Movimiento Nacionalista Tacuara, una organización fascista con vínculos políticos, inició una serie de campañas antisemitas con peleas en la calle y vandalismo en las sinagogas y profanaciones en los cementerios judíos.

Durante los años noventa la comunidad judía ha sido objeto de dos grandes ataques terroristas, que siguen sin resolverse: el Ataque terrorista a la embajada de Israel en Argentina en marzo de 1992, causando la muerte de 32 personas y 242 heridos, y en julio de 1994 el atentado terrorista contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en Buenos Aires, matando a 85 personas e hiriendo a más de 200.

Inmigración Latinoamericana y Racismo

Los movimientos de poblaciones entre la región andina y la del Plata se remontan a la época colonial y abarcan viajes comerciales constantes, desplazamientos laborales y de estudio. Estos movimientos representan un proceso constante de desplazamiento, asentamiento y regreso, que tiene variaciones a lo largo de los siglos. La inmigración desde regiones limítrofes se incrementa y reduce periódicamente según ciertas condiciones políticas y económicas, como las del mercado de trabajo y el tipo de cambio.

En la Argentina, la discriminación racial está presente en la sociedad y se expresa en varias situaciones cotidianas relacionadas con conductas de discriminación por causas socio-económicas y políticas.
La Argentina, tanto en su historia como en la actualidad, muestra muchas formas de racismo, desde la discriminación al indígena y al “afro descendiente”, como el racismo generalizado contra los “cabecitas negras”, hasta el trato despectivo hacia los inmigrantes pobres de los países latinoamericanos cercanos.

En la primera mitad del siglo XX la combinación de la zafra azucarera con la recolección de hojas de tabaco y las cosechas frutihortícolas ofrecían a los trabajadores de los países limítrofes trabajo temporal, pero desde 1970 se produjo una mayor difusión espacial de los asentamientos de bolivianos y la búsqueda de ocupación permanente y ascenso socioeconómico.

En el presente, en que los signos de la discriminación se orientan hacia una suerte de xenofobia sesgada, dirigida sobretodo a los inmigrantes de países limítrofes (bolivianos, paraguayos, chilenos), que en este momento de crisis social y de desempleo intenso son aptos para constituir un imaginario en el que aparecen disputando y desplazando a los argentinos «auténticos» de los escasos empleos, o bien se constituyen en «peligro social» en virtud de los rasgos que los estereotipos discriminatorios les adjudican.

En 1998, la UOCRA convocó una movilización de más de diez mil obreros de la construcción para exigir mayor seguridad en las obras. Los obreros bolivianos concurrieron a la movilización, ya que la falta de seguridad no produce diferencias de nacionalidad. Sin embargo, tuvieron que agruparse en una columna con peruanos y paraguayos que también sufren la discriminación de sus compañeros de trabajo. Desde las columnas del sindicato se escuchaban cánticos como "somos argentinos y peronistas" y también "somos argentinos y no bolitas".

El secretario de Migraciones, Hugo Franco, aseguró que el 60% de los delitos menores ocurridos en Buenos Aires son cometidos por inmigrantes: "El delito en la capital se extranjerizó", dijo Franco. Por su parte, el Ministro del Interior, Carlos Corach, afirmó que el 58% de los detenidos por diferentes delitos era extranjero (Clarín, 21-1-99). En ese marco, se inició una campaña de detención sistemática de inmigrantes: en una sola comisaría de la Capital Federal, en 19 días más de mil cien personas fueron arrestadas por no tener los papeles de radicación (Clarín, 21-1-99). El propio Presidente de la Nación afirmó que la Argentina le cierra las puertas "a aquellos que vienen a delinquir a nuestra Patria" y que "si uno les pide a los indocumentados que se documenten inmediatamente salta el tema de los derechos humanos" (ídem).

Los casos de detenidos por “portación de rostro” no sólo se circunscriben a las comunidades bolivianas, los casos de abusos a inmigrantes limítrofes, sobre todo peruanos, paraguayos y africanos están siempre presentes.


Conclusiones

La utilización de discursos raciales ha servido para justificar políticas y encontrar excusas a situaciones nacionales, como son los casos donde la coyuntura económica no presenta un terreno adecuado. En estos momentos escuchamos frases como “los extranjeros nos quitan el trabajo”, o “el trabajo es para los argentinos”. Este tipo de pensamiento no sólo son características del racismo en Argentina, sino de todos los países que pasan este tipo de situación económica.

Mas allá de que la gente se sienta amenazada por los inmigrantes tenemos que dejar de tener el doble discurso que tenemos ahora, por un lado nos decimos que somos un pais de inmigrantes y por el otro los rechazamos. En lugar de asumir una cultura diferente, de mezclarla y hacerla mucho mas rica, lo que algunos pretenden es secregar y encerrarnos sobre nosotros mismos.

Aunque el panorama a simple vista parezca desolador, cada vez hay más espacios donde la diversidad no es significado de exclusión. Son desde estos lugares donde la sociedad puede aprender a ver al otro no como un ser lejano o raro sino como parte de nuestra comunidad, ya que la identidad de nuestra sociedad se fundió en un crisol de diferentes culturas e idiosincrasias.

Después de las dos Guerras Mundiales, causadas por el fracaso de Europa en manejar su nacionalismo étnico, el significado del “nacionalismo”cambió del amor a la patria al odio al resto del mundo, un odio tan grande que fue capaz de destruir los hogares y segar las vidas de millones de civiles inocentes y dejar prácticamente en ruinas a un continente entero.

"La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos… Que ninguno se gloríe de que ama a su patria; que más bien se gloríe de que ama a la humanidad”. (Bahá’u’lláh)

Una de las formas en las que podemos aplicar el pensamiento descolonial sería no pensando en una Identidad Nacional sino en una Ciudadania Mundial. La ciudadania debe basarse en el reconocimiento y en la empatia hacia la diferencia. La integración genera civilizaciones mucho más ricas. La riqueza de una nación depende de que esta se vincule con el mundo. Los paises con profunda endogamia dejan de crear y se repiten a si mismas. En la medida en que construyamos con ellos una nueva ciudadanía, ellos podrán aportarnos un gran capital.

Fomentar la Ciudadanía Mundial es una estrategia práctica para promover desarrollo sostenible. En tanto la falta de unidad, el antagonismo y el provincialismo caractericen las relaciones sociales, políticas y económicas dentro y entre la familia de las naciones, no se puede establecer un modelo global y sostenible de desarrollo.


Soledad Desiderio

Lucas Kolossa

1 comentario:

  1. Jimena, Rafael muchísimas gracias por publicar el trabajo en el blog me llena el saber que les gusto el trabajo que hicimos con Soledad, este no hubiera sido posible sin tener docentes profesionales como ustedes que nos educan tan sanamente haciéndonos ver los amplios matices su área contiene.

    ResponderEliminar