viernes, 23 de julio de 2010

"Participación ciudadana en los sucesos revolucionarios" Sgagliardich

En los años previos a Mayo de 1810, cuando tenía una vida terrenal, puedo contarles que en este país la gente, el pueblo (chacareros, pastores, labradores), vivían en casas bastantes simples, con características humildes propias de las necesidades que tenían. Normalmente se compartían los lugares de reunión en una sola habitación, con candelabros a la hora de la cena y algo similar sucedía por las noches, donde se compartía el dormitorio, a veces inclusive hasta con esclavos.
Esta gente de mí época también tenía entretenimientos, como lo eran las pulperías, donde se podía llevar a cabo un juego de naipes con la compañía de algún gaucho que ejecutaba algún instrumento como la guitarra o el bombo.

Pero también estaba la otra sociedad. La que presenciaba de muy cerca los acontecimientos que estaban sucediendo en Buenos Aires. Los que querían llevar a cabo un cambio profundo en el sistema político que imperaba. Y ese era un trabajo que llevaba ya algunos años de conflictos, en los cuales el pueblo entero quería un cambio y solicitaba cada vez con mas fuerza una solución.
Ya no solo los habitantes de Buenos Aires sino también los paisanos en el interior del país deseaban ese cambio, consistente en la renuncia definitiva del Virrey Cisneros y la desvinculación con la monarquía española. Y de acuerdo a la aspiración general del pueblo, fue que se sucedieron días agitados para conseguir la tan anhelada renuncia del Virrey.

No fue una tarea fácil, yo que viví esos acontecimientos en carne propia, puedo dar fé de que la Revolución no consistió solo en firmar un papel. Sino que además de las idas y vueltas dentro del aparato social que se daban en el Cabildo Abierto, lo que más quiero resaltar, en este momento, es la participación del pueblo. Participación que se hizo unánime en todas las regiones del país. No solo en el hecho de movilizarse incluso hasta la Plaza de la República, demostrando una unión en la voluntad de conseguir un cambio político, sino también adaptándose a los cambios que se sucedieron a partir del 25 de Mayo de 1810.
Cambios que no fueron sencillos. Con la creación de la Junta de Gobierno, las medidas tomadas a partir de ese momento fueron muy amplias. Fundamentalmente los empleados de los campos de hacienda tuvieron que adaptarse a la nueva agitación que provocaba la implementación del libre comercio. Otro suceso importante fue la formación de ejércitos. El reclutamiento de los peones no fue tarea fácil, ni para las autoridades, ni para los trabajadores de las estancias que reclutaban. También se establecieron contribuciones extraordinarias.
En fin, todas las clases sociales participaban de alguna manera, directa o indirectamente en la llamada Revolución de Mayo. Participación que puedo tildar, yo que he sido uno de sus impulsores, como la realizada por gente con espíritu de libertad. Gente que tenía deseos de romper con las cadenas que los tenían atado a una colonia extranjera.

Hoy muchos dicen que yo era el fuego que inventó la Patria. Pero si se me permite quiero decir que ese fuego era compartido con cada uno de los habitantes de este país.

Pasaron 200 años y desde el lugar que ocupo en este momento, puedo ver una Argentina muy diferente a la que me tocó vivir en 1810. Algunas de las diferencias tienen que ver fundamentalmente con la forma en que ha sido dirigida esta Nación. Puedo ver que los gobiernos que se fueron sucediendo, en su gran mayoría fueron gobiernos que beneficiaban solo a pequeñas elites. Que las medidas en materia de política, economía, salud y educación, fueron merecedoras de repudio social. Bien les hubiera venido una Revolución por parte del pueblo. Y ni hablar de las dictaduras en las que en algunas se llevaron a cabo tremendas atrocidades sobre la vida del pueblo. En ese sentido, solo puedo rescatar algunos gobiernos, donde se priorizó el bienestar de los trabajadores fundamentalmente en la industria nacional. Y mejor no hablar del enfrentamiento con Chile por la soberanía de Canal Beagle y la trágica guerra en las Islas Malvinas, simplemente errores fatales por parte de los dirigentes.
Pero hay cosas que no han cambiado nada con respecto al 25 de Mayo de 1810. Y me refiero al sentimiento patriótico demostrado por el pueblo entero en los festejos de los 200 años de nuestra Nación.

Puedo observar desde mi lugar como la gente se fue preparando con mucha anticipación para recibir este cumpleaños número 200, preparando diferentes actividades y no solo en Buenos Aires, sino en cada rincón del país.
En éste 25 de Mayo de 2010 he podido sobrevolar la Avenida 9 de Julio y ver como la multitud, de alguna manera, ha podido conocer el resto de su propio país. Asistiendo a locales donde cada provincia ofrecía sus productos (comidas y bebidas regionales) a los transeúntes.
Pude ver como cada argentino tuvo la oportunidad de saber como eran las tradiciones de cada región por medio de exposiciones que mostraban las vestimentas indígenas que son propias de mi época.
También pude observar las grandes reuniones que se hicieron para que la gente disfrute de algún espectáculo musical.

Aunque no pude evitar presenciar algunas diferencias de opiniones entre las autoridades de la Nación. Diferencias que se basan fundamentalmente en la crítica hacia el adversario político. Diferencias que en un día como hoy deberían quedar de lado. Lamentablemente no fue así, pero esto no pudo empañar la alegría que los habitantes de este país deseaban demostrar en el festejo del bicentenario. La gente salió a las calles como lo hizo 200 años atrás y se manifestó pacíficamente. Vi familias enteras, demostrando en cada rincón del país, el orgullo que siente de ser argentino. Compartiendo esa alegría y sentimiento patriótico con sus semejantes de otras latitudes del país.

Todo esta algarabía me lleva a la conclusión de que el hecho de haber sido partícipe de una revolución que significó muchos sacrificios y cambios, han tenido como resultado la confirmación por parte del pueblo de vivir en libertad. Esto es lo que más rescato en estos 200 años. El sentimiento por la Patria donde cada habitante se desarrolla.
Por ende digo que así como algunos dicen que el fuego que había dentro de mí, fue el que le dio nacimiento a esta Patria al mismo tiempo esta Patria se sostiene con el fuego que cada habitante de la misma posee en su interior. Fuego que se demuestra en cada bandera celeste y blanca que se agita en las manos de cada argentino.-

Mariano Moreno (1778 – 1811)


QUISIERA

Quisiera verte un día con tu figura altiva.
Erguida, sobre el caos que tu vida signó.
Que tu vestido níveo no acuse en su blancura,
Ni sangrientos desgarros, ni huellas de dolor.
Para que al verte otros, no sospechen siquiera,
Por el mar de tinieblas que tu vida pasó.

Quisiera que tu cuerpo de magnífica esencia,
Ostente cicatrices, producto del horror.
Para que nunca olvide tu sabia inteligencia,
La angustia que pasaste, y sepas decir: ¡¡NO!!...

Quisiera que tus brazos unan en tu regazo,
A aquellos hijos tuyos con palabra de honor.
Para que juntos puedan subirte nuevamente,
A ese pinto de gloria que el esfuerzo creó.

Que florezca en tus manos otra vez la armonía.
Que juegue a tu reparo la niñez, su dulzor.
Que tus jóvenes sepan, que con esfuerzo digno,
Pueden echar raíces, sin rabias, sin temor.

Que margines por siempre a los sádicos lobos,
Que con pieles de oveja te quieran engañar.
Que sepas alejarte del siniestro veneno,
Portador de miseria, de hambre y necedad.
Para que pueda toda tu extensión dolorida,
Cubrirse, con el manto piadoso de la Paz.

Quisiera verte “Patria”, espartana y altiva,
Enarbolando alto, tu Bandera de amor.
Que se prodigue en fábricas, escuelas, facultades,
Ese caudal de luces que brilla en tu interior.
Y quisiera que sepas, que muchos de tus hijos...
¡Aún gritamos” Presente”...para salvar tu honor!

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