viernes, 26 de marzo de 2010

TP Conte

CON OTROS OJOS

 

  Cuando el Dublín Herald me solicita que cubra los acontecimientos que se provocaron en la República Argentina, presentí que sería difícil y peligroso, a sabiendas que en esta clase de países subdesarrollados, no es fácil la comunicación racional.  Fue justo en el cambio del siglo.

  A mi sorpresa, luego de llegar  a la ciudad capital, cuando me encontraba caminando por los alrededores del Hotel Sheraton, donde me estaba hospedando, observé a un joven de aproximadamente 30 años, que esperaba la salida de su ómnibus y a mi sorpresa, se me acerca y me pregunta, que era lo que llevaba en mi mano, ya que no entendía porque hablaba con un aparato.

  Le expliqué que era un grabador de voz, mi herramienta de trabajo, y si me fuera robada, perdería el esfuerzo de varios meses de investigación; así que le ofrecí dinero para que no me lo hurte.

  El joven ofendido se alejó de mí, al ver su desagrado, me disculpé.

  Al encontrarme seguro me animé a entablar una conversación.  Se llamaba Ceferino y esperaba para  partir a su lugar de origen, ya que hacía mucho que no regresaba.

  Le expliqué que mi trabajo era recopilar información sobre el país que nos encontrábamos, y él accedió a contarme su vivencia, encendí mi grabador y relató lo siguiente:

 

  Yo soy oriundo de Guaraníes, República de Paraguay, marca entre Formosa y Asunción.  De pequeño, vivo con mi tribu, pero a la muerte de mis tatas, elegí conocer la civilización (los tatas estarán Malos1  por esto).

  Crucé el Puente Remanso, una noche sin luna, con una balsa de troncos que me dejaron vivir. A la puesta, me encontré un nuevo cacique que siempre nos esperaban para trabajar.

  Me di cuenta que algunos se juntaban con el cacique  y conseguían más comida, entonces aprendí. Yo quería llegar al centro y por eso me acerqué más a mi nuevo cacique. Tenía que conseguir los papeles para poder llegar de día.

 

 

(1)   enojado opositor

 

 

  Un civi2 bueno me ayudó y por eso fuimos leales.  Me contaba que en el Centro llovía y no podía creer como lo sabía ya que en mi tribu solo viendo el agua caer podíamos creer.

  Me dijo que su Máma vivía allí y allí fuimos.

  El viaje fue largo y cuando casi llegábamos vi. el 1° Ritual.  Los civis tocaban en cada esquina. Le pregunte a mi compañero que instrumento era y me dijo Cacerolas.

  Llegamos de su máma y estaba feliz por vernos, pero preocupada por el ritual, porque muchos años atrás, cuando había rituales los caciques se nombraban solos, entonces dijo que el cacique anterior entendió lo que querían los civi, y se lo dio.  Pero los civi no sabían o no le importaba, que le quitaban; y ahora cambio el cacique y este les dejo de dar, porque no había nada.

  El nuevo cacique era malo del anterior, pero ahora él tenia más malos, incluso a los civi.

  Yo no entendía como los civis eran malos con el cacique, porque en la tribu los indios cuidan a los caciques, y el cacique cuida a los indios, pero aquí no era así.  Hasta el 1° ayudante del cacique era malo, y dejó a los civis.

  Pensé que era raro que el cacique no se haga querer, porque todos los caciques deben ser queridos por su tribu.

  El cacique y el 1° ayudante eran de diferentes tribus, quizás por eso no fueron leales.  Aquí todos los civis son de diferentes tribus y entre todos eligen su cacique; no como en mi tribu que el cacique es el más viejo.

  Aquí los caciques tienen ayudantes y estos deciden cuanto pagar el trabajo.  Van cambiando y este cacique eligió un ayudante del anterior, no entendí porque si antes eran malos.  ¿Será por esto que los civis hicieron el ritual?

  Aquí cuando el cacique se equivoca los civis hacen rituales y son malos entre ellos,  se roban y lastiman hasta la muerte. Muchos murieron y cuando el cacique dejó de serlo fue juzgado por esto.

  Entendí que iba a ser difícil vivir con los civi, así que empecé a planear mi regreso; busqué trabajo pero nadie lo compartía porque era muy preciado. En la casa donde vivía entendímo sabían de la lluvia, un aparato que hablaba todo el día y otro que también se veía, se lo decía.

  El cacique dejó a los civi, ya no tenía como cuidarlos o quizás no sabía como hacerlo, él se fue por los techos.

 

(2) oriundo-ciudadana/os-pueblo

 

  En el aparato que se veía los civis esperaban al nuevo cacique y al otro día ya lo tenían.

  Así es mi historia y espero que le sirva para su trabajo, dijo Ceferino

 

  Yo le pregunté qué fue lo bueno de esta historia de vida, y él me dijo, que lo que más valoraba era que en estas tribus elegían sus caciques y esperaba enseñarlo en su tribu.

  El aborigen partió en su ómnibus y yo regresé a mi hotel. Me hubiese gustado la opinión del aborigen, ya que la semana siguiente habían cambiado 5 caciques en una semana.

  Luego de este viaje me asombra la racionalidad que tuvo Ceferino, ya que coincido con su apreciación sobre el valor de la democracia.

 

 

PUENTE

REMANSO

 

1

 


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